Miradas
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Ahora sé porque me tocó gritar aquel texto -"Los aires de marzo vuelan sobre naranjos doblados de luz"- tan chorreado y cursi cuando debuté en teatro.
Nuestros amuletos están compuestos de palabras perdidas que se escriben a toda velocidad en los celulares y que poco a poco se van eliminando junto con la imagen diminuta de un basurero. Nuestros amuletos, objetos invisibles a los ojos de cualquiera, nos poseen con su sombra, que aunque sea diminuta, nos tiene atadas, sujetadas como un pequeño lunar del que uno no se puede deshacer. La única manera de quitarnos de encima esta sombra es cuando queden borradas las palabras que nos conforman y como los enfermos de amnesia no recordemos el sentido de las cosas. Mientras seguiremos siendo testigos de cada recuerdo que fue guardado en una caja de hojalata y tendremos que esconder nuestros propios recuerdos entre los sueños y la realidad, ahí en donde se esconde el ser antes de volverse gaseoso.
Cada persona guarda desde su nacimiento una esencia como las mencionadas por Hartman, sólo que a diferencia de la teoría que sostiene este historiador y médico en la genética especializada en las glándulas, las esencias están almacenadas en los dientes de la primera edad, aquellos que al caerse se intercambian en un ritual específico por dinero o juguetes. Hay personas que a cierta edad de la vida entran en una crisis que ninguna medicina puede curar y esta crisis es provocada porque hay una confrontación entre la esencia que se tiene y la persona que se es. Esta confusión no se da en todas las personas porque la sencilla razón de que no todas las personas toman los mismos caminos. Aunque parece absurdo lo único que se tiene que hacer para estar bien con la esencia que se determinó en estos dientes de leche es seguir las palabras del viejo Píndaro: “Sé lo que eres”. Pero las confrontaciones de este tipo han ido aumentando con los años y las personas han olvidado a Píndaro y han perdido su tiempo en tratar de recuperar estos dientes. Algunos, los que han logrado acercarse a recuperarlos, han sido estafados por una suma cien veces mayor que por la que se vendieron en un principio y al tener los dientes no han podido recuperar su esencia. Triste es la historia de estas personas que inútilmente terminan con psicoterapeutas, psicoanalistas, yoga, etc. en busca de una esencia que coincida con su ser.